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Las estadísticas dicen que uno de cada tres divorcios se produce tras el verano. ¿A qué se debe esto?

Durante el año vivimos inmersos en nuestras rutinas, sobrecargados de trabajo y sin pasar el suficiente tiempo con nuestra pareja. Cuando hay problemas en la relación, esta rutina los enmascara, pero al llegar las vacaciones no hay escapatoria.

Creemos que el ponernos de acuerdo con los horarios de los niños, los planes del fin de semana y los regalos de Navidad son ejemplos de que existe la comunicación, pero es bastante más complicado.

Mantener una buena relación de pareja no es fácil, al contrario, es un verdadero trabajo, como ocurre con todo aquello que merece la pena en la vida.

Sin embargo se tiende a huir del sufrimiento buscando en el otro un lugar donde refugiarse. Cuando para que funcione es al contrario: desde el tomar conciencia de uno mismo, desde el no huir se puede encontrar la plenitud con el otro. Si se puede tomar conciencia de los problemas de uno mismo, también se podrán ver aquellos que surjan en la relación. Una pareja encuentra el equilibrio entre momentos de sufrimiento y conflicto, necesarios para la catarsis que lleve a la armonía y felicidad.

Quizá lo más importante en una pareja equilibrada sea que ambas partes hayan alcanzado la madurez emocional, y desde ahí poder trabajar juntos. Si una de las partes, o ambas, no ha superado patrones de relación más infantiles, lo que hará será repetirlos en las exigencias afectivas hacia su pareja en la vida adulta.

Pero en una sociedad acostumbrada a que si algo se rompe se tira, se nos olvida otra opción mucho más útil: las cosas se pueden reparar, muchas relaciones se pueden reparar. Incluso aquellas donde la única salida es la separación, un proceso terapéutico lleva a la persona a elaborar aspectos emocionales que le impiden encontrar la estabilidad.

Siempre ocurre que quien no tiene resueltos sus conflictos emocionales repetirá esa forma de vincularse con las parejas siguientes; y para poder pensar sobre estos aspectos de uno mismo es necesaria la ayuda de un psicólogo.

No hay mal que por bien no venga, y unas vacaciones pueden destapar problemas que ya estaban presentes el resto del año. Ahora es el momento de verlos, pensarlos y resolverlos.

Silvia Pomares Psicóloga – Psicoterapeuta Adultos, Niños y Adolescentes en Centro Médico Santo Domingo